lunes, 8 de diciembre de 2008

Sanlúcar la Mayor-Aznalcóllar

El domingo era el día previsto para haber hecho esta ruta, pero la lluvia nos hizo cambiarla al lunes.

Quede con Mario en el hospital por que el no sabía de donde salíamos y nos dirigimos a Sanlúcar la Mayor. Cuando nos estábamos acercando empezaba la niebla a cubrirnos. Llegamos al punto de salida y no sabíamos la que nos esperaba.

Empezamos a bajar dos km. y a perder unos 120 mts. de altitud, hasta llegar al lado del Río Guadiamar, con lo que nos metimos en la boca del lobo o mejor dicho de la niebla. Esta tramo es llano en ligera subida pero que empezamos a pasar frío ya que el agua nos calaba hasta los huesos. Fueron pasando los km. y teníamos que limpiar a veces las gafas que estaban recubiertas de microgotas.

Al llegar a la altura de la Mina de Boliden dejamos el carril para pasar a la carretera que siempre en subida nos llevaba a Aznalcóllar. Íbamos muy juntos y pegaditos al arcén por la niebla. Conforme íbamos cogiendo altitud la niebla iba desapareciendo. Ya estábamos en el bar para desayunar. El bar tiene una barra que sale al exterior. Fui yo a pedir mientras Mario se quedó fuera, y un lugareño me dice:

Lugareño: ¿Vais para El Castillo de las Guardas?

José Antonio: No, venimos de Sanlúcar

L: No veas como bajan los ciclistas por esa carretera

JA: Ah¡ pero es que nosotros vamos por carril.

Salgo para fuera después de pedir y otra vez el hombre dice

L: Yo a ti te conozco (refiriendose a Mario)

Mario: ¿Como no sea del hospital?

L: Si de Virgen del Rocío o de Bormújos

M: Será de Bormújos

L: Tú eres el celador ¿no?

M: Si

El hombre coge y sale y le da un abrazo a Mario de los de cariño. Nos empieza a contar todos sus males que se están arreglando. Mario para quitárselo le dice:

M: José Antonio también trabaja allí.

L: A mi también me suena tú cara, ¿tú que haces?

JA: Yo radiografías

De repente el hombre le dice al camarero:

L: El desayuno de los dos lo pago yo

Nos vimos en esta situación y casi sin poder salir. Empezó a ofrecernos su casa para cualquier cosa que nos hiciera falta, etc... Después del desayuno y la despedida de Mario y él abrazándole volvimos por el camino que habíamos traído en la ida y comentando la jugada. Lo que me pude reír cuando Mario me comenta que creía que le iba a dar dos besos. La verdad es que el hombre fue muy agradable.

Regresamos a la orilla del río y por fin la niebla se había ido. Mario llevaba toda la mañana con problemas en el cambio y cada vez que nos acercábamos a los dos km. finales peor eran sus sensaciones. Al inicio de la subida paramos un poco y nos comimos una barrita entre los dos y empezamos a subir. La cuesta es más dura de la sensación que te da al bajarla, sobre todo al final. Cuando llegamos arriba, yo primero pero no me hizo ilusión ya que Mario no podía, nos fuimos a una gasolinera a lavar las bicis que estaban enfangadas.

Después del lavado regresamos a los coches y para casa.