jueves, 10 de marzo de 2011

Lo que iba a ser y no fue

Por fin tras los días de lluvias cojo uno en un día de descanso en el que no llueve o no tengo a mi hija mala o el del tiempo me dice que va a diluviar y no cae ni gota.

La idea de la ruta era salir de casa para ir a Alcalá y allí coger la carretera Morón hasta las cercanías de Utrera y vuelta para casa, pero al final no ha podido ser.

Salgo de casa en dirección a Dos Hermanas por el hipódromo y al llegar a la urbe la bordeo hasta coger la carretera A-392 en dirección a Alcalá. Este tramo ha sido de lo peor por el viento que era muy fuerte y aunque me acoplé todo lo que pude a la bici, ésta no avanzaba. Tras pasar por lo alto de la autovía de Utrera el camino comienza a ser descendente hasta la ciudad pero el carril esta de obra y es muy estrecho.

Por fin lo paso y llego al puente romano que lo cruzo y cojo las avenidas de Alcalá para salir de la ciudad en dirección a Morón pero aquí comienzan mis problemas. Al estar a menos de 300 mts. para llegar a la carretera hay una señal de prohibido las bicicletas. Me meto por una supuesta vía de servicio que termina en un carril de tierra. Me adentro ya que espero que sean pocos mts. hasta llegar a una piscina que me hace dar la vuelta.

Llego a una urbanización que la intento atravesar pero todas sus salidas hacia la carretera que busco son caminos de tierra. Cambio de planes. Me vuelvo para atrás y me voy en busca de Utrera por la vía de servicio. Paso de nuevo el puente romano y tiro en dirección a la Oromana por la carretera SE-3204. Al poco de estar circulando por ella se me acopla un ciclista llamado Antonio con el que voy charlando en la misma dirección. Vamos un poco más rápido de lo que yo iba pero me acoplo como puedo y llegamos hasta cerca del Comodoro donde damos la vuelta y volvemos por donde hemos venido.

Vamos por fin con el aire un rato a favor y los km. pasan rápidos. Al llegar al cruce con la carretera A-8031 la cogemos u nos lleva a Dos Hermanas. Antonio vive también en Dos Hermanas y vamos por sus calles buscando la avenida que lleva al hipódromo. Al llegar la primera rampa que no cuesta se me escapa y me espera en la rotonda donde seguimos dando pedales. Al llegar a la cumbre nos despedimos y damos los teléfonos y cada uno para su casa. Yo bajo hacia la mía y tras estirar, ducha y crónica.

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